Nota de prensa:
Llega a las librerías españolas la controvertida autobiografía de Jacques Mesrine, el enemigo público número uno.
El libro ‘Instinto de muerte’ ha sido publicado por la editorial Pepitas de Calabaza.
Estas polémicas memorias se han convertido en un exitoso fenómeno editorial y cinematográfico en varios países de Europa y en América del Norte.
Jacques Mesrine (1936-1979) exprimió cada segundo de su proscrita vida con una intensidad fuera de lo común. Fue un hombre extraño, inclasificable, nada convencional, un criminal que no se avergonzó de sus crímenes sino que los utilizó como un escalpelo dirigido a rasgar el velo de honorabilidad tras el que se escondía la hipócrita sociedad en la que le tocó en suerte vivir. Aureolado en Francia y Canadá con el título nada nobiliario de ‘enemigo público número uno’, su polémica autobiografía, reflejo de un carácter tan fiero como indomable, continúa desatando fuertes controversias éticas allá donde se publica. Ahora el lector español podrá juzgar al fin a esta leyenda del hampa. La editorial Pepitas de Calabaza acaba de publicar en castellano las famosas memorias de Jacques Mesrine bajo el título de ‘Instinto de muerte’, un testimonio único de la otra historia, la historia escrita con minúscula, la historia de los marginados que vivieron contra la ley.
Raras son las ocasiones en las que se puede tener entre las manos una obra tan singular como ésta, la narración en primera persona de alguien que fue tan admirado como temido, tan querido como odiado. Inmerso en la fructífera tradición confesional europea, el propio Jacques Mesrine decidió contar su vida de una manera descarnada, sin ofrecer la menor concesión al sentimentalismo. Exhibiendo un gran talento narrativo, el libro recapitula sus correrías por medio mundo y relata con profusión de detalles una existencia marcada por el lirismo del amor y la contundencia de la muerte. El resultado nos presenta una de las mejores versiones de una literatura patibularia, heredera de esos ‘outsider’ simbolizados en la figura del genial Jean Genet, quienes, presos de una libertad interior irrenunciable, juraron vengarse contra sus carceleros por medio de los robos, asesinatos y fugas más espectaculares.
La lectura de esta apasionante autobiografía no deja indiferente a nadie. Traducida por Jesús Romé y revisada por Federico Corriente, su contenido conmoverá al lector español, como ya ha conmovido a cientos de miles de lectores hasta convertirse en un auténtico fenómeno editorial y cinematográfico en diversos países. Fuente de toda clase de comentarios y debates, estas memorias han generado un caudal torrencial de tinta y celuloide. Al nutrido corpus cinematográfico sobre Mesrine ya existente se ha sumado una reciente y exitosa superproducción franco-canadiense en dos partes (L’Instinct de mort y L’Ennemi public numéro un), de próximo estreno en España, del director Jean-François Richet en la que participan los actores Vincent Cassel, Gérard Depardieu y la actriz española Elena Anaya entre otros. Este film, como los anteriores, ha intentado desvelar una vez más la turbadora personalidad de este hombre único ante cuya definición se agotan los adjetivos más contradictorios. Algunos detractores lo han tachado de un asesino sin escrúpulos; otros más hagiógrafos lo han tomado como un modelo de la rebelión moderna. Fuese quien fuese, Mesrine ‘El Grande’, como lo apodaron los policías que lo abatieron en las calles de París, ocupa un lugar privilegiado en el panteón de la literatura maldita.
Algunos apuntes aparecidos en la prensa:
http://www.larazon.es/noticia/8759-las-cartas-de-amor-del-criminal-mas-salvaje-de-francia
http://info.elcorreodigital.com/territorios
http://www.ideal.es/granada/20100116/cultura/asesinos-ladrones-escritores-20100116.html
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/01/25/internacional/1264381888.html
Ficha
Instinto de muerte
Jacques Mesrine
La autobiografía del enemigo público número uno
Traducción de Jesús Romé (revisada por Federico Corriente)
ISBN: 978-84-937671-0-5 | Logroño, febrero de 2010 | 436 pág. | 22 euros | 21×14,5 cm | http://www.pepitas.net
Raras son las ocasiones en las que podemos tener entre las manos un documento como este, la narración en primera persona de la vida y la actividad criminal de quien fuera considerado en Francia y Canadá, durante los años setenta, el «enemigo público número uno»: Jacques Mesrine (1936-1979).
Haciendo gala de gran talento narrativo, Mesrine recapitula sus correrías por medio mundo (Francia, España, Italia, Suiza, Canadá, Estados Unidos…) y relata, con todo lujo de detalles, lo mismo sus atracos, robos, asesinatos y espectaculares fugas, que sus amores, amistades, certezas y esperanzas.
Mesrine, «El Grande» —así lo apodaban los miembros de la brigada especial de la policía que lo ejecutaron en las calles de París— fue un hombre que dio el salto cualitativo de vivir fuera de la ley a vivir contra la ley: una expedición sin retorno durante la cual no olvidó ni la suerte que corren los presos, ni el juramento de venganza que había lanzado a sus enemigos.
Considerado como un simple asesino por unos y como toda una leyenda de la rebelión moderna por otros, estas memorias que ahora presentamos no dejarán indiferente a nadie, de eso no tenemos duda.
***
[…] Había adquirido la costumbre de mirar a mi alrededor, de fijarme en todos los que se cruzaban conmigo en la calle, en el metro, en el pequeño restaurante donde comía al mediodía. ¿Qué era lo que veía? Caras tristes, miradas cansadas, individuos agotados por un trabajo mal pagado, pero constreñidos a hacerlo para sobrevivir y que no podían permitirse más que el estricto mínimo. Seres condenados a la mediocridad perpetua. Seres que se asemejaban entre sí por la vestimenta y los problemas financieros de fin de mes. Seres incapaces de satisfacer sus menores deseos, condenados a ser eternos soñadores ante los escaparates de las tiendas de lujo y de las agencias de viajes. Estómagos acostumbrados al menú del día y al vaso de tinto corriente. Seres que conocen su porvenir, porque no tienen. Autómatas explotados y controlados, más respetuosos de las leyes por miedo que por integridad moral. Seres sometidos, vencidos, esclavos del despertador. Yo formaba parte de esa mayoría por obligación, pero me sentía ajeno a ella. No la aceptaba. No quería que mi vida estuviera reglamentada de antemano o decidida por otros. Si a las seis de la mañana tenía ganas de hacer el amor, quería tomarme el tiempo de hacerlo sin tener que mirar al reloj. Quería vivir sin horario fijo, pues estaba convencido de que la primera coacción del hombre comenzó en el instante en que se puso a calcular el tiempo. En mi cerebro resonaban las frases habituales de la existencia de todos los días. No tengo tiempo de… Llegar a tiempo… Ganar tiempo… Perder el tiempo… Yo quería «tener tiempo para vivir» y el único medio de poder hacerlo era no ser su esclavo. Sabía que era una teoría irracional, inservible para fundar una sociedad. Pero ¿qué sociedad era aquella, con sus bonitos principios y sus leyes? […]
***
[…] Si bien he robado, nunca he despojado a los pobres. La mayoría de mis atracos han sido dirigidos contra bancos y empresas importantes. Nunca he utilizado la violencia contra un cajero ni contra alguien que transportara dinero. Estoy convencido de haber trabajado siempre con limpieza. No he violado a nadie, ni agredido a ancianos, ni explotado a una mujer. Si he abrazado la aventura, es porque amaba el peligro. Si muchos hombres perdieron la vida a causa de mis balas era porque no quedaba otra opción: o ellos o yo. Se arriesgaron tanto como yo al aceptar el cara a cara. […]
[…] Sabrina volvió de Montreal en el momento en que yo me ponía a escribir un libro sobre mi vida sin rehuir las graves consecuencias que el texto podía depararme a la hora del juicio. Pero había alcanzado el «punto cero», y como ya no tenía nada que perder, me decidí a lanzar «mi verdad» a la cara de la sociedad que muy pronto se encargaría de juzgarme. Aquella verdad, sin embargo, podría ser interpretada como un desafío. Un asesino describiendo sus crímenes indignaría quizá a los honrados ciudadanos. Las últimas páginas del libro amenazaban con convertirse en los primeros peldaños de la guillotina. Pero no tenía la menor importancia. Una celda no es más que una tumba a la que de vez en cuando se le levanta la losa que la cubre para comprobar si el enterrado vivo sigue todavía allí. […]
—
El libro que ha inspirado las películas de Jean-François Richet L’Instinct de mort y L’Ennemi public numéro un (con Vincent Cassel, Gérard Depardieu, Elena Anaya…)
http://www.youtube.com/watch?v=FOfUbthtDhQ
http://www.youtube.com/watch?v=UUxI5T92ygM
¡corre la voz, soplón!
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