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La mancha negra, de Manuel Sánchez Dalama (Algaida). XIV Premio de Novela Ciudad de Badajoz

Manuel Sánchez Dalama. La mancha negra. Sevilla: Algaida, 2011
XIV Premio de Novela Ciudad de Badajoz.
ISBN: 978-84-9877-567-9

La mancha negra narra la historia de dos naufragios muy diferentes entre sí: el del petrolero Prestige frente a las costas de Galicia y el de un policía gallego afincado en Madrid que arrastra la peor racha de su vida. Dos desastres inminentes en torno a la insólita figura de Manfred Gnädinger, el alemán de Camelle, a menudo considerado como la única víctima que provocó el hundimiento del obsoleto navío.

Manuel Sánchez Dalama ha novelado las circunstancias que rodearon el naufragio del Prestige, entreveradas con una historia de amistad, venganza y narcotráfico, para construir un relato sobre las razones e instintos que llevan a buscar el verdadero sentido de la vida, aunque muchas veces esta búsqueda conduzca a las mismas puertas de la muerte.

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Retrato póstumo, de Alexandra Marinina (Ed. Pàmies)

Ediciones Pàmies presentó a principios de mayo un nuevo título de Alexandra Marinina, Retrato póstumo.

Después de Muerte y un poco de amor, vuelve a la comandante Anastasia Kaménskaya, de la Dirección General de Interior, Petrovka 38.

Más información en la ficha adjunta.

RetratoPostumo.pdf

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La Granja, de José Vaccaro Ruiz (Ediciones Atlantis)

La Granja. Ediciones Atlantis Serie Premium

La Granja es una novela negra que se adentra en el submundo de las páginas de sado en la red. Un espacio oscuro, oculto y cruel donde sus afiliados de pago, a cambio de miles de euros de enganche, consiguen una ventana abierta a las mayores aberraciones que otros, las mafias y organizaciones que están detrás, les suministran. A costa naturalmente de las víctimas que en su inmensa mayoría caen en sus redes merced a engaños.

El anonimato y el velo que conlleva internet permite poner distancia y ocultación a delitos como la pederastia (tratada en mi novela Ángeles negros), o al propio sado, por no hablar de la pornografía convencional, que encuentran un campo impune para su desarrollo. No renuncio a transcribir un párrafo de la reflexión que uno de los protagonistas de La Granja hace al respecto:

Internet había acabado para la gente de su generación (y con seguridad para todas las generaciones futuras), con cualquier distinción entre el bien y el mal entendida a la antigua usanza. Creer, como planteaban los adalides de la vieja moral, que la lujuria, la ira o la soberbia eran los mayores pecados que uno podía cometer movía a indiferencia, cuando no a risa. La red se había convertido en una fuente de información de gran valor, pero también anuló cualquier apriorismo moral. Era una ventana abierta de par en par hacia el hombre y todas sus manifestaciones como fenómenos «naturales» puramente descriptivos, percibidos con la misma frialdad y distancia con que se ve a una bacteria a través del microscopio, desprovistos en sí mismos de connotación ética alguna.

El poder y la maldad de las mafias que mueven el negocio del sado, a menudo primo hermano y complementario de la prostitución convencional (casas de citas, puti-clubs, etc) no tienen límites. Son organizaciones que corrompen a los estamentos y poderes públicos sin escrúpulo alguno, no dudando en matar o torturar en aras de un beneficio económico. Ejemplos los hay a cientos, unos próximos ( El Riviera de Castelldefels) o lejanos (Ciudad Juárez en la frontera de Méjico).

Por el contrario, los medios del Estado para oponerse a esos delitos y esos criminales son con frecuencia, además de insuficientes, cargados de cautelas e indecisión. Sobre todo cuando una parte de ese mismo Estado, el que debe velar por el bienestar de los ciudadanos, tiene la carcoma de la corrupción anidando en sus entrañas.

El protagonista de La Granja es Juan Jover, un Conseguidor, alguien que en este caso está alineado con los buenos. Un individuo en una eterna contradicción que le lleva a estar a un lado de la frontera, con los malos, cuando compra conciencias para obtener recalificaciones de suelo, concesiones o licencias de obras, y en otro con los buenos –aunque siempre a cambio de un dinero-, como en La Granja. Personaje contradictorio como lo somos todos.

La novela comienza a partir de la cita que Jover tiene concertada con la persona que él entiende es la maldad personificada –sin advertir que él mismo en ocasiones representa y es la maldad-. Y la intriga sobre esa persona se mantiene en la novela mientras se narran los hechos acaecidos, algunos a miles de kilómetros de La Barceloneta y del Cheriff, el barrio y restaurante donde Jover espera su cita.

Pero la misma ambigüedad de Jover es la que rige en el mundo. No hay blanco ni negro, ni los perfiles son nítidos, sobre todo cuando se trata de ética y delito. En todo caso lo que sí es negro y ponzoñoso, prácticamente invencible, es la maldad.

Los personajes (Jover, Puri su dilecta secretaria, Gabriel Cerón el expolicía que ha grabado como musiquilla en su telefonino el himno de la Falange, Manuel Saavedra el Carpetas, Satán…) se entrecruzan en una trama donde campan a sus anchas la ambición y lo amoral.

La descripción que La Granja hago de alguna de las torturas a que son sometidos quienes caen en manos de las mafias es reflejo de aquellas que desde tiempo inmemorial el hombre ha ejercido sobre sus semejantes para, en ocasiones, simplemente hacerles cambiar de creencias o porque tenían distinto color de piel. Otro fragmento de La Granja:

Esa, en carne propia, fue la escuela que recibió para ahora aplicarla con saña en aquellos cuerpos de mujeres. Debidamente completada, su enseñanza, con quien era su verdadero maestro en su labor de causar sufrimiento a los demás. Más que el marqués de Sade, Vlad el Empalador, las chekas o los tratados de India o China, había una institución que durante siglos sublimó los métodos de tortura hasta elevarlos a la categoría de obra de arte: la Santa Inquisición de la Iglesia católica, apostólica y romana. La biblioteca de Satán la componían decenas de libros de los siglos dieciséis y diecisiete profusamente ilustrados de donde sacaba sus ideas. El potro, la cuerda, los carbones, el cilicio, la garrucha, formaban parte del programa fijo de tormentos. Complementado y ampliado por él con aquello de lo que carecían sus antecesores, los inquisidores del Santo Oficio: la electricidad, las drogas y los infrarrojos, que aportaban nueva creatividad.

Pero si antaño eran el Poder Político, la Raza o la Religión los motores de la tortura, hoy se les ha añadido el dinero sin el disfraz que esas tres motivaciones (política, étnica o religiosa) pudieran tener en el pasado. Al Tribunal del Santo Oficio, Buchenwald o Guantánamo –que persisten y perviven- se le ha añadido la Cosa Nostra o, en la ficción de La Granja, Rigoberto Castro el Venezolano.

José Vaccaro Ruiz

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InfoBòbila: Cosecha de 2010

Biblioteca la Bòbila, fons especial de gènere negre i policíac.

Un año más la Biblioteca la Bòbila pone al alcance de los lectores una recopilación de la novela negra y policiaca publicada el año anterior y que forma parte del fondo especial de género negro y policiaco de la biblioteca. De esta manera los lectores y los aficionados al género negro tienen un repertorio de buena parte de lo que se ha publicado durante 2010, así como una exhaustiva lista de con la información imprescindible de los congresos, jornadas y festivales dedicados al género y los premios de novela negra del Estado español.

* Información en catalán.

· Cosecha 2010.

· Disponible la Memòria 2010 de la Biblioteca la Bòbila, con los datos de rendimiento de los diferentes servicios que presta y el análisis de las cifras y los resultados.

· Otras publicaciones

Cobertes de The Long Goodbye, de Raymond Chandler.

El disseny «Série Noire».

Concurs de Microrelats Negres de la Bòbila.

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Entrevista a Víctor del Árbol. La tristeza del samurái (Editorial Alrevés)

Víctor del Árbol: «No olvidamos ni perdonamos nunca»

Con firma propia
Profesión: escritor. Nació: en 1968, en Barcelona. Por qué está aquí: presenta ahora su novela «La tristeza del samurái» (Alrevés)

18 marzo 11 – AMILIBIA

– «La tristeza del samurái». Alguien pensará que va de guerreros japoneses.– Es una metáfora sobre lo que somos y lo que creemos ser. Hay un niño que quiere ser samurái, sí, pero no sabe qué es ser samurái.

– Le haré las preguntas que usted se hace: ¿qué puede hacerse por amor?
– Las cosas más heroicas y más miserables.

– ¿Y por odio o sed de venganza?
– Todo. Odiar es malgastar la vida, porque el odio es estéril.

– ¿Existe la redención, el perdón y el olvido?
– Sólo te puedes redimir tú mismo. No olvidamos ni perdonamos nunca.

– ¿Podemos llegar a ser aquello que una vez soñamos?
– Claro. Si somos capaces de vernos como somos y aceptamos nuestras limitaciones.

– Tiene de madrina a María Dueñas, que elogia y presenta su novela…
– La editorial le envió la novela y me quedé sorprendido de que le gustara y aceptara presentarla. Es muy sencilla.

– Dice la Dueñas: «Una novela magnífica que nos recuerda que el mal y el ayer nunca cierran del todo la puerta». ¿Nunca?
– Nunca. Los conflictos siempre vuelven a surgir.

– Habla de la culpa que se transmite de generación en generación…
– Se heredan los odios, las frustraciones, los delitos, las deudas… Todo eso también forma parte de las herencias familiares.

– Es escritor gracias a que su madre le dejaba en una biblioteca cuando se iba a trabajar…
– Por eso y por la soledad. La soledad me ha hecho escritor. La necesidad de llenar esa soledad.

– También es mosso d’esquadra. Una vez me dijo que para ayudar a los demás. Y escritor, ¿para qué?
– Para ayudarme a mí mismo, para entenderme. Estoy en ello.

– ¿Dejaría de ser mosso si tuviera éxito?
– Sin dudarlo. Ése es mi sueño. Soy policía circunstancial.

– Decía Bolaño que hubiera preferido ser detective de homicidios que escritor…
– Lo dijo porque no era detective de homicidios. Queda bien como frase.

– Dijo también que no había nada más cercano a la prostitución que el ejercicio de la literatura…
– No estoy de acuerdo. Mejor dicho, no quiero estarlo. Creo que eso depende mucho de la opción de cada uno.

– Y luego está lo difícil que se ha puesto encontrar esquina propia…

(La Razón, 18 de marzo de 2011)

Foto: Miquel González/Shooting

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Reportaje de El Corso – Al crimen también le gusta el sol. Novela ibérica 100% pata negra

Nos ha llegado la siguiente información de Luis Cadenas Borges, editor de El Corso:

En nuestro último número, correspondiente a marzo, hemos publicado el reportaje dedicado al género negro por considerarlo de su interés. Se titula ‘Al crimen también le gusta el sol. Novela ibérica 100% pata negra‘ y está firmado por la periodista y escritora Noemí G. Sabugal, autora de ‘El asesinato de Sócrates‘.

A nosotros nos ha parecido un reportaje muy interesante y además, en la misma revista, encontraréis la convocatoria de un concurso de microrrelatos para ganar un lote de libros.

>> Acceder al número 14 de El Corso.

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